jueves, 27 de noviembre de 2008

Lo que quieren y temen los hombres

Lo que quieren y temen los hombres


Un psiquiatra y un abogado formaron un dueto para contar en un libro qué quieren y a qué le temen los hombres cuando se enfrentan al sexo.

Hablan de machos asustados y estresados ante mujeres que los obligan a ser bipolares para “darles buen sexo”.


¿El sexo en silencio hace daño?

Carecemos de un lenguaje verbal para hablar de sexualidad con los hijos o la pareja. Tal como estamos, las palabras para el sexo o son chiste o groserías o vocablos técnicos: no hay caminos intermedios para hablar de sexo en serio. Y eso es un problema, porque la mujer ha aumentado sus expectativas sexuales y el hombre lo sabe, pero no hay lenguaje relacional entre ambos. Si la verdadera sexualidad es un encuentro, para lograrla se necesita ponerse de acuerdo, pero si para ese ponerse de acuerdo no hay palabras, estamos en un problema serio. Los chilenos, en vez de ponernos de acuerdo, actuamos directamente. El hombre viene, por ejemplo y te toca una pechuga y la mujer contesta con un beso. Entonces él piensa: “debe querer”. Son puros signos, suposiciones- contestan casi al unísono.

“Se nos complica el tema de nuestra sexualidad porque, cada vez más, nos creemos exigidos a ser más polares en la cama. Gladiador, pero tierno. Muy caliente, pero súper fiel. Fuerte, pero suave. Rápido, pero de larga duración. Moderno pero conservador. Violento pero despacito. Bien macho pero con la parte femenina bien desarrollada. El tema de la sexualidad, sobre todo su ejercicio, se nos vuelve cada día más difícil, sentimos la práctica del sexo como una amenaza”. El problema consiguiente es francamente preocupante. “Con ese estrés, cualquiera se va cortado altiro, si es que se le llega a parar”, porque los hombres se sienten obligados a “quedar bien, en vez de pasarlo bien”, lo que genera una infinidad de eyaculadores precoces e impotentes, entre otros síntomas.

Pero ellos no se quedan allí y derriban mitos: “La sexualidad se puede aprender y las disfunciones, salvo causas estadísticamente despreciables, tienen solución, sin fármacos o drogas, sólo cambiando creencias, para cambiar mágicamente la realidad”.

Hay más. Postulan dejar de concebir la cama como un campo de batalla o un emporio para satisfacer y servir al cliente. No más Marte y Venus en la cama. No más recetas. No más manuales ni instrucciones para ser más eficientes en el lecho. Tito especifica: “Cuando queremos sexo, los hombres lo que de verdad queremos y no sabemos que queremos, es el encuentro sexual profundo, casi místico con uno mismo, a través del otro. Nuestra cultura nos lleva a conquistar y poseer, pero lo que realmente queremos es un encuentro entre seres humanos, que además es sexual”.

Yo fui un hombre chileno criado en una familia tradicional, que tuvo todos los problemas sexuales que tienen los hombres chilenos, de los cuales vengo saliendo”, afirma Andrés. Y explica que la imagen de un trípode que le da título a su trabajo alude a uno de los problemas centrales de la sexualidad masculina: “La inconmensurable importancia de la tercera pata para un hombre. Si uno asiste a una reunión de hombres, va a ver que la tercera pata va a estar siempre sobre la mesa. La mayoría de los hombres necesita pararse en tres pies, porque sino se cae, no se sabe equilibrar”.

¿El pene sigue siendo para el hombre ese “sacrificado servidor” del que habla el argentino Sergio Sinay cuando define la masculinidad tradicional?

Es mucho más que eso. Por razones de la socialización y de las creencias que tenemos, el yo, la identidad, la seguridad que un hombre construye está directamente relacionada con su pene. Entonces, no sólo es un servidor, sino que es un alter ego. Clínicamente se ve que el que tiene dificultades sexuales va a ser alcohólico, va a ser inseguro, va a tener problemas de relación interpersonal y de desarrollo en la vida.

¿El tamaño sigue siendo tan importante para los jóvenes?

El cómo se hace, es decir la técnica, es lo más importante. Pero a igualdad de técnica, el tamaño sigue siendo lo más importante. Sería ridículo negársela absolutamente. El problema en el hombre es que sigue poniendo toda la importancia en el tamaño y le resta absolutamente la importancia a lo relacional y a la técnica.

Patético. ¿No han cambiado en algo las nuevas generaciones?

Los jóvenes han aumentado la frecuencia, han disminuido las trabas para llegar a un encuentro sexual, pero el encuentro sigue siendo de muy mala calidad para todas las generaciones. Dicho en chileno, los hombres se tiran a las mujeres, su problema es que no se encuentran con ellas.

Pero con sus parejas, ¿no logran desarrollar un lenguaje común para pasarlo bien?

Yo tengo más de 30 años de estar oyendo la verdad. La mayor parte de las parejas, cuando llega el encuentro sexual, estiran la mano y no se dicen ni una sola palabra. A lo más, cuando terminan, preguntan cómo estuvo. No hay progresión, no hay comunicación en la enorme mayoría de las parejas estables a todos los niveles de clases sociales y edades en Chile.

¿No será justo reconocer que están entrando patrones nuevos de relacionarse sexualmente?

Soy de los que afirma que no hay ningún chileno que no haya pasado por un período de eyaculación precoz. Y la mayoría estadística de las mujeres no tiene orgasmo, es decir, come, pero no hace la digestión.

¿Qué estudios ha hecho para afirmar esto?

Hice un trabajo de campo respecto de la duración del coito, preguntando por mucho tiempo, persona a persona, y la cifra promedio fue de tres minutos y medio. Pregunté cuánto dura el encuentro sexual, desde la introducción del pene en la vagina hasta llegar al orgasmo, interrogué si duraba tanto como se extiende la canción de un disco y esa fue la respuesta mayoritaria. Se puede tener encuentros sexuales largos o cortos, pero que eso se transforme en un hábito como sucede en Chile es delicado y peligroso. En Dinamarca, por ejemplo, un coito puede durar una hora. El promedio más menos chileno, no alcanza ni a los famosos siete minutos de Irwin Wallace.

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